Desde que Andrea se fue han pasado muchas cosas. Muchas en poco tiempo.
Lo más destacable es que trabajar en el albergue cada día se me hace más pesado. Todos los días son iguales, siento que aprendo poco, vengo sin ganas y no hago más que quejarme.
También tiene cosas buenas, como todo, la gente que conozco cada día, haces amigos de todo el mundo, hablo mil idiomas... pero las despedidas son duras. Y más para mí, que cojo carinho a la gente enseguida...
Y no sé, no sé si me compensa. Siento que ahí afuera aprendo más. Mis amigos hacen surf, el que no trabaja tallando madera hace capoeira o percusión. Y desde luego son las cosas que en estos momentos quiero y siento que TENGO QUE aprender. Si pudiese compaginarlo con el albergue lo haría. Pero no puedo. Hay muchos días que no veo la luz del sol (vale, que anochece a las 17:30 pero...)
En fin, que no podía seguir quejándome más así que me fui al mercado y vi qué podía comprar. Y compré camisetas, tinta textil, pinceles y cartulina. Y me puse a ello. Elegir dibujo sencillo, hacer la plantilla y suerte!
Y en ello estoy. Y como hasta 72h después de pintarlas no puedo lavarlas (y quiero lavarlas antes de venderlas), sigo en el albergue par de días más...
La cuerda se rompió de tanto estirar, amiga! Y como dicen, sususu, suerte!
merci a todos los que habeis aguantado mis quejas :)
(llevaré camisetas para todos jhajajaja porque igual me las tengo que comer con patatas!! pero el que no arriesga...)